Camelos, mentiras y espejismos.-JOSÉ MARÍA CARRASCAL (ABC)
ESE acuerdo entre Mas y Junqueras para constituir Cataluña «como un
nuevo Estado dentro del marco de la Unión Europea» es un camelo.
La UE ya ha advertido que, por lo pronto, tendrá que salir
de ella.
Luego, veremos.
Pero la admisión de nuevos miembros requiere la unanimidad
de los existentes, como todo el mundo sabe.
En cuanto a la ONU, la Resolución 1514
(XV), aprobada por su Asamblea General el 14 de diciembre de 1960, establece
claramente que el derecho a la autodeterminación se limita a los pueblos
coloniales.
Los demás pueblos ya se autodeterminan en las elecciones que
celebran periódicamente sus respectivos países.
Es más, en su apartado sexto, dicha resolución precisa: «Todo intento
de destruir o romper parcial o totalmente la integridad territorial de un país
es incompatible con los principios de la Carta de Naciones Unidas».
Para remachar en el apartado séptimo lo del respeto a «la integridad
territorial». O sea, con su proclamación, Mas y Junqueras, o Junqueras y Más
pues no se sabe quién es el que manda, se están metiendo en un callejón de
salida muy problemática, o bien están mintiendo descaradamente a su propio
pueblo, al que han cegado con el espejismo de la independencia, alivio de todos
sus males.
Claro que, para ellos, se trata de un espejismo muy rentable, ya que les
pondría al frente de un Estado, con todas las sinecuras que ello trae consigo.
Pero incluso si se llegase a eso, algo que debemos descartar a no ser
que España quiera suicidarse, el proyecto de esos dos «estadistas» catalanes no
iba a ser una bendición para Cataluña. Podría ser muy bien su fin.
Extender el principio de la autodeterminación a todos los
grupos humanos supondría, en efecto, dar a los catalanes que viven hoy en el
Estado español el derecho a separarse de España.
Pero el mismo tiempo, concedería a los españoles que
vivieran en ese nuevo Estado catalán (incluidos los catalanes que se sienten
españoles) el derecho a exigir un Estado propio en la proporción territorial
que les correspondiese o bien a unirlo a España.
Un lío mayor que llevaría a la división del nuevo Estado, al
enfrentamiento de sus ciudadanos o, peor aún, al sometimiento de la minoría,
cualquier que fuere y aún por determinar.
Pues todo lo ocurrido en Cataluña, no ya recientemente, sino a lo largo
de su historia, ha sido jugar al Monopoly, con calles, plazas, edificios y
dinero ficticios.
Pero se acabaron las mentiras históricas, las falsas pretensiones, las
quejas de Pujol y los equívocos de Durán.
Mas y Junqueras han empezado a jugar con dinero de verdad.
No sabemos si lo hacen por estar seguros de sus cartas o tan desesperados que
buscan el choque frontal como forma de escapar del lío en que se han metido.Pero hay que estar preparados para todo ya que pocas cosas hay más
impredecibles que un adolescente enamorado, un borracho al volante o un
nacionalista sin salida
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